Érase una vez una granja en la cual vivía una niña. También cerca de la granja había un pequeño bosque con algunos estanques donde la niña acostumbraba jugar. Un día encontró una pequeña cisne que estaba solita brincando entre los charcos y decidió llevarla a su casa. La niña pensó que era una patita y quería que fuera la pareja de un patito que ella tenía. Para que sus padres no se dieran cuenta y se los quitarán juntó a ambos en el granero esperando que ambas criaturas convivieran. Al mirarse por primera vez, la cisne se acercó mostrando interés moviendo la colita, pero el patito se alejó ignorándola.
Pasaron los días
y el patito seguía huyendo e ignorando a la cisne aun cuando la cisne le
acercaba comida o buscaba acurrucarse cuando algunas noches el patito sentía
frío.
Un día los padres
de la niña le comentaron que tenía que mudarse de casa puesto que un cazador
había comprado el terreno junto con la casa para vivir cerca del bosque.
Entonces la niña fue a liberar a ambos animales por el estanque, cabe aclarar
que ambos ya estaban en edad de reproducirse. Una vez soltó al pato, éste se
apresuró a huir de la cisne, la cual era algo más grande que el pato dado el crecimiento
de su especie. La cisne le persiguió hasta que le perdió de vista en los
estanques del bosque.
Paso el tiempo y
se encontró con que el pato estaba cortejando a una pata y ella le
correspondió. Esa noche la cisne lloró en silencio largo tiempo. Entonces un
cisne se acercó a cortejarla y aunque la cisne se dio cuenta que estaba enfermo
no le importó para que le fecundará.
Días después, el
cisne falleció y la cisne sola, creó su nido para empollar sus huevos. Cuando
faltaban pocos días para que sus pequeños cisnes nacieran, vio de lejos al pato
y decidió seguirle de lejos para que no se diera cuenta. Al poco tiempo de
seguirle observó que su pareja también estaba empollando sus huevos. A la cisne
le encolerizó lo ocurrido y supo que no podía dejar esto así aunque tuviera que
dejar momentáneamente a uno de sus huevos con ellos…


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